El cierre de Coca-Cola en Fuenlabrada no solo es una medida injusta para las personas empleadas en la planta. También ha generado un enorme tráfico de camiones que agrava el ya de por sí elevado impacto ambiental del consumo de este refresco. Se trata de un ejemplo más del desprecio de Coca-Cola por los impactos ambientales y laborales en la producción de esta bebida, tanto a nivel estatal como en el resto del mundo
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