Todos hemos visto lo que pasa cuando tiramos una piedra contra el suelo en ángulo. Si cae sobre una superficie rígida, rebota y sigue su camino, chocando de vez en cuando contra el suelo hasta que la fricción disipa toda su energía y se detiene por completo. En cambio, si hacemos el mismo experimento sobre arena o barro, la piedra excavará un surco más o menos alargado en la dirección en la que se estaba moviendo. Y a primera vista da la impresión de que un meteorito debería hacer lo mismo al estrellarse en ángulo contra el suelo.
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