¿Alguna vez has probado a quitarle a un niño pequeño una pala que ha conseguido en el parque y con la que está jugando? Lo normal es que se niegue en redondo y amague con una pataleta. El recurso más utilizado entonces es intentar cambiárselo por algo. La respuesta normalmente será negativa, a no ser que reciba un sustituto que valore muy por encima de la que ahora es su pala.
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