Se trata de una estela de basalto negro, erigida en torno a 840 a. C., que contiene una larga inscripción (treinta y cuatro líneas) en lengua moabita y alfabeto paleohebreo, muy similar al fenicio. En ella, el rey Mesha de Moab, un pequeño reino de la Transjordania, se vanagloriaba de haber librado a su país del yugo que les había impuesto el rey Omrí de Israel. Su descubrimiento constituye uno de los episodios más rocambolescos y desafortunados de todos los relacionados con la arqueología bíblica.
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