La ciencia y la mujer no siempre han tenido una relación sencilla, ya sea como investigadoras o como pacientes. Hace un siglo aproximadamente, los médicos de sexo masculino comenzaron a distinguir y diagnosticar una serie de enfermedades raras que sólo parecían afectar a las mujeres. El resultado fue una serie de absurdos tratamientos que eran prescritos para curar extrañas patologías que parecían afectar a sus rostros, mentes y órganos reproductivos. Una auténtica oda a la ignorancia que hoy nos suenan extremadamente ridículas.
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