Siempre digo que en China las cosas parecen obedecer a otra escala y cada poco encuentro algo nuevo que parece refrendarlo. Imaginen una gruta hecha íntegramente de hielo, una gran cueva por cuyo interior se puede uno adentrar para hacer un largo recorrido entre carámbanos y paredes heladas como si de una fantástica catedral se tratase. Y además, saber que su origen se remonta a antes de la aparición del Hombre o, al menos, a ese inconcreto momento en el que nuestro ancestro el Australopitecus empezó a dejar paso al Homo habilis...
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