A medida que el himno avanza su voz va pasando de grave a aguda, Magic Johnson se ríe a carcajadas y Larry Bird se mueve rústicamente. Marvin, por su lado, está en estado de trance, su voz alcanza un nuevo punto y todos parecen estar en sincronía con su mirada. Lentamente las notas, como el polvo, van desapareciendo. Sin embargo, ya nada importa, ni el partido, ni los jugadores, ni la gente. Marvin Gaye era la verdadera estrella.
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