Cuando paseamos por las calles de nuestras atolondradas ciudades, los ruidos y los malos olores se convierten en aquellos compañeros que, por su cotidianidad, ya no llaman la atención de nadie. No obstante, en mi caso padezco migrañas por lo que, a parte de los dolores de cabeza, auras y afectaciones derivadas, el cerebro tiene una sorpresa añadida en forma de hipersensibilidad a la luz, a los ruidos y, sobre todo, a los olores...
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