[…]el tercero en la lista era él: metro noventa, viril, protector, un atractivo sexual por encima de la media y la ingenuidad de un muchacho de campo. Sí, tenía que ser él. Rock Hudson era lo apropiado para una chica de la época. Así que figúrense la conmoción de su abuela cuando hace treinta años el mundo supo que el apropiado no solo gustaba de acostarse con hombres, sino que se moría de sida.
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