Quedaban menos de diez minutos para las once de la mañana del día 21 de Enero de 1910 cuando la mayor parte de los relojes públicos de París se detuvieron simultáneamente, con exactitud militar. El Sena había inundado la central eléctrica que suministraba la energía a los relojes y los parisinos comenzaron a darse cuenta que la crecida del Sena pasaba de ser un inofensivo espectáculo a una grave amenaza para la ciudad mas civilizada de Europa.
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