Amanece el nuevo día y, mientras desayunamos, se descubren las primeras directrices de la recolecta de la miel. Nada de jabones, perfumes o desodorantes, cualquiera de ellos es un imán para las abejas. Aún con la legaña a media asta salimos al exterior de la casa para comprobar que no falta nada y que todos tenemos nuestro traje con sus correspondientes guantes, además de los utensilios necesarios para el trabajo que la apicultura requiere. Un tractor nos lleva montaña arriba por carreteras que se convierten en caminos y éstos...
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