Investigadores de la Universidad de Plymouth analizaron 200 juguetes de plástico usados que se encontraban en hogares, guarderías y tiendas de segunda mano. Comprobaron que los mismos contenían altas concentraciones de elementos peligrosos como el bario, plomo, bromo, cadmio, cromo y selenio, los cuales pueden tener un efecto acumulativo y llegar a ser tóxicos si los niños se exponen a ellos durante un período prolongado de tiempo. Los peores son los juguetes de colores brillantes como el rojo, amarillo y negro.
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