En su afán por emular a Al Capone y Lucky Luciano, Pablo Escobar Gaviria compró, en 1980, una exuberante mansión en Miami por un valor de tres millones de dólares. Debido al escándalo que generó su incursión en la política como Representante a la Cámara en 1984, el capo no pudo disfrutar de su propiedad el tiempo que hubiera querido.
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