En el principio fue Aaron Krickstein. La cinta en el pelo y la melena rockera, salida de alguna película ochentera de Martin Scorsese o de algún concierto de los Scorpions. Krickstein, campeón en Tel-Aviv dos meses después de cumplir los dieciséis años y en octavos de final del US Open 1983 antes de los diecisiete. En 1984, un paso adelante: el Top Ten, los honores compartidos con los grandes ídolos americanos: Jimmy Connors, John McEnroe… Multitud de ofertas publicitarias y la sensación de que todo había quedado viejo al paso de este adolesc
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