Estudios recientes han mostrado convincentemente que el punto de vista tradicional de una mujer pasiva y poco competitiva es erróneo. Las mujeres compiten por sí mismas, maniobrando agresivamente para conseguir una posición en la batalla para asegurarse un macho idóneo. Una mujer que intenta distinguirse o promocionarse a sí misma amenaza a otras mujeres y encontrará hostilidad. Una mujer más atractiva tiende a ser tratada con menos cooperación por parte de otras mujeres debido a que supone una amenaza para su precio evolucionista.
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