Siete meses después de haberse encerrado con 50 hombres en la pequeña iglesia del pueblo de Baler, los Últimos de Filipinas, el teniente Saturnino Martín Cerezo, exhausto por la continua vigilancia, se recitaba a sí mismo de memoria, una y otra vez, el artículo 748 del Reglamento Militar de Campaña: "Recordando que en la guerra son frecuentes los ardides y estratagemas de todo género, aún en el caso de recibir orden escrita de la superioridad para entregar la plaza, suspenderá su ejecución hasta cerciorarse de su perfecta autenticidad
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