Andalucía fue durante buena parte del siglo XIX la segunda región más industrializada de España, compitiendo con Cataluña y superando en muchos casos al País Vasco. No fue “el endémico atraso” el que hundió algunas de las industrias andaluzas más florecientes durante el siglo XIX, sino la voluntad política, o mejor dicho la falta de ella. Entre 1930 y 1960 la dictadura fascista prioriza otros focos industriales, relegando a Andalucía.
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