Cantabria y en los territorios fronterizos de Burgos y Palencia, ermitaños y anacoretas de la Edad Media encontraron silencio y sosiego. Buscaban la paz interior y el acercamiento a Dios en lugares de difícil acceso, excavando o aprovechando la roca horadada por la acción de la erosión. Algunas viviendas austeras y oratorios de los primeros siglos del medievo perviven en el norte de la Península y pueden descubrirse en una ruta de enorme atractivo histórico y natural.
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