En realidad, aquel fue un amor de juventud. Unos cuernos ocasionales. Corría principios de la década de los 80. Por aquel entonces Joaquín Sabina, ya un treintañero, era 14 años mayor que aquella chica “hippiosa, extraordinariamente joven y extraordinariamente hermosa” que desde niña imitaba a Edith Piaf y soñaba con ser cantante.
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