Mirar Ravens (Cuervos), de Masahisa Fukase, es estar ante uno de los mejores fotolibros de toda la historia de la fotografía. Un trabajo marcado por el carácter obsesivo de su autor, pero también, y sobre todo, por la enorme y profunda poética de este fotógrafo japonés. Cuando en 1976 sufre el abandono de su segunda mujer, Fukase entra en una espiral depresiva y autodestructiva que lo llevará a la muerte. Se obsesiona con los cuervos, a los que fotografiará compulsivamente durante 10 años, hasta convertirse, según sus propias palabras, en uno.
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