Un día, cuando estaba almorzando con Richard Feynman, le mencioné que planeaba comenzar una empresa para construir una computadora paralela con un millón de procesadores. Su reacción fue inequívoca: "Esa es sin duda la idea más loca que he escuchado". Para Richard, una idea loca era una oportunidad para demostrar que estaba mal o para demostrar que estaba bien. De cualquier manera, estaba interesado. Al final del almuerzo, había acordado pasar el verano trabajando en la empresa.
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