Aunque el cristianismo tenga una base común, cada rama le da importancia a lo que le interesa. Siguiendo ese principio, la secta bereber de los circunceliones del siglo IV mantenía su mayor devoción a los mártires. Como si fueran hippies, defendían el amor libre, condenaban la propiedad y la esclavitud, por lo que cancelaban deudas y liberaban esclavos. En su gira de paz y amor, ocasionalmente atacaban a legiones romanas o viajeros armados usando tan solo garrotes o interrumpían juicios para provocar al juez. El objetivo: que les mataran.
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