El confinamiento del coronavirus ha devuelto algunos afortunados reflejos de calcetín vuelto. Por ejemplo, ha llenado las redes sociales de cocineros cocinando. Parece una perogrullada, pero no lo es: la mayoría de los cocineros no cocinan habitualmente en su casa, pues llegan tan agotados y hartos que cumplen a rajatabla el refrán del cuchillo de palo. O han comido a toda leche en el restaurante o llaman a domicilio o se apañan con unas frankfurt maridadas con una Mahou y unos cheetos, cual escolástico salmantino.
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