Hay bares que envejecen junto a su público: sus dueños los abrieron durante su juventud y consiguen mantener una parroquia fiel hasta que deciden echar el cierre por cansancio o jubilación. No es el caso de La Vía Láctea, que lleva llamando la atención de las nuevas generaciones desde 1979 y repite cada fin de semana una estampa que ya se ha convertido en tradicional en la calle Velarde: la de los jóvenes que hacen cola para entrar en uno de los templos musicales del barrio, esperando turno hasta que el puerta les da paso.
|
etiquetas: malasaña , movida , vía lactea