Pocas décadas fueron tan prolíficas para el humor político en España como los setenta. El fin de la dictadura franquista y los titubeantes inicios de la democracia, envueltos en un permanente clima de tensión social y crisis económica, produjeron algunos de los semanarios humorísticos más brillantes de la historia. De Hermano Lobo a El Jueves primigenio, pasando por otras joyas no tan celebradas como Por Favor, todos ellos se desplegaban cada siete días con una multitud de viñetas cómicas que elevaban el sentir popular al estadio del cómic.
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