Ser huérfano de futuro. Esa carencia marcó a los prisioneros políticos de Argentina que pasaban de la picana y de la privación del sueño a meses de absoluto aislamiento, sin saber qué les esperaba. Algunos imaginaron una vida paralela para mantenerse en pie. Daniel Molina, periodista y crítico cultural, relata la historia de su encierro, de casi 10 años, y su paso por las inhumanas tripas de una dictadura atroz. No había cometido ningún crimen, sólo pertenecía a un grupo político y había sido mencionado por un compañero torturado.
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