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Para mejorar nuestra vida no hace falta que nos azotemos o nos disfracemos de cosas ridículas: basta con hacer unos sencillos ejercicios que nos descubre una costumbre sexual milenaria. El sexo tiene que ver con la fricción, y de ahí la obsesión que muchas mujeres –y hombres– tienen por el tamaño de los penes. Se entiende que, a más tamaño (preferiblemente grosor a longitud), mayor será la satisfacción. Dicho pensamiento se encuentra en la base del conocido como pompoir o, más poéticamente, el beso de Singapur.
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