Un grupo de expertos estadounidenses ha creado un biochip que, a partir de una muestra de la citada sustancia, es capaz de detectar si un paciente está sufriendo un infarto cardiaco o cuentan con un alto riesgo de padecerlo. Sus creadores proponen incorporar esta prueba en las consultas médicas y en los centros de salud, para que complemente al electrocardiograma.
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