A comienzos de año dijo adiós a la política. Este tipo de derechas que consigue caer simpático a ambos lados del espectro, se siente ahora más útil en la empresa privada que en las instituciones. "El nacionalismo es tóxico. Divide. Nos empobrece. Y nos obliga a adaptarnos a su canon para ser auténticos vascos, catalanes o españoles. La única diferencia que hay entre ellos es el color de la bandera que ondean. En todo lo demás, se parecen".
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