Llevo un tiempo defendiendo que nuestra nueva industria de aquí en adelante probablemente vaya a ser el paro mismo (y eso gestionado adecuadamente está bien, pero a los de siempre no les interesa porque necesitan el miedo para funcionar). Ya acostumbrados a eufemismos sobre todo en los ámbitos de las relaciones internacionales y el dinerito (daños colaterales, crecimiento negativo…), cuando la neolengua arrasa lo que vivimos en primera persona en vez de una zona desértica de Asia, pica más. Y debería parecer más identificable. Pero...
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