La manera en que los humanos caminamos y balanceamos los brazos ha sido bien estudiada por la ciencia. Los movimientos recíprocos y alternativos de cada brazo, en posición extendida, se producen de forma natural al transmitirse el momento angular de ambos internamente, a través del tronco. Sin embargo, cuando nos ponemos a correr, la posición de nuestros brazos cambia. Ya no avanzamos con ellos extendidos, sino ligeramente flexionados y el antebrazo en posición horizontal.
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