Ellos son los que motivan esta carta. Hablo de los que, en ciertos colegios, reciben unas calificaciones ilógicas, casi ilegales. Haciendo un agravio comparativo flagrante, esos centros entregan a la universidad a decenas de jóvenes sin preparación ni formación, pero sí con notas medias que quitan las plazas a aquellos que de verdad lo merecen. Esta es una práctica habitual en determinados colegios de toda España desde tiempos inmemoriales. Recurrir a la dignidad y al sentido común de los responsables no sé si será útil, pero sí necesario.
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