El Pozolero declaró que, sólo en 2008, su jefe, un tal Teodoro García Simental, alias El Teo o El tres letras, le había encargado que convirtiera en caldo a 300 sujetos, lo que él llevaba a cabo sumergiendo sus cuerpos ya sin vida en bidones llenos de sosa cáustica, dejándolos macerar durante 24 horas y arrojándolos, finalmente, a una fosa séptica. Todo, por 600 dólares a la semana.
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