"Se hizo una inversión millonaria. Aquella fábrica se inauguró en 1987. Para que te hagas una idea, entonces no había una política medioambiental consolidada en España y se utilizó la normativa de California, que era la más restrictiva del mundo". Esto lo cuenta Pedro García Carro, hijo de Eugenio García, el hombre que en la década de los ochenta recibió un encargo inaudito en aquel momento: construir la primera instalación de microchips de la multinacional AT&T Electronics fuera de Estados Unidos.
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etiquetas: tres cantos , microchips
Entrando en modo lectura se lee perfectamente.
No obstante en #3, ya copio y pego. Por si a alguien le interesa.
Dicen registro gratis.
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Y bueno, que no me quiero extender más. Salud
blog.meneame.net/2020/09/29/acerca-de-la-postura-de-meneame-frente-a-l
Ya está todo hablado.
Cuando Tres Cantos era una potencia de los microchips: así perdió Europa el tren tecnológico
Se hizo una inversión millonaria. Aquella fábrica se inauguró en 1987. Para que te hagas una idea, entonces no había una política medioambiental consolidada en España y se utilizó la normativa de California, que era la más restrictiva del mundo". Esto lo cuenta Pedro García Carro, hijo de Eugenio García, el hombre que en la década de los ochenta recibió un encargo inaudito en aquel momento: construir la primera instalación de microchips de la multinacional AT&T Electronics fuera de Estados Unidos. El lugar escogido fue un enorme páramo de un millón de metros cuadrados de la localidad madrileña de Tres Cantos.
Foto: Ilustración: Raquel Cano.
"Aquello fue un antes y un después para la ciudad. La puso en el mapa, como quien dice", opina. García Carro todavía recuerda las visitas de clientes internacionales que venían a conocer el lugar antes de hacer los pedidos de obleas y otras piezas en una instalación que era una referencia en Europa. "Era de lo más avanzado que había en el país".
Con el paso de los años, fue cambiando de manos en los 90. Primero fue Lucent, también una firma de ultramar, la que cogió el mando y posteriormente pasó a estar bajo el control de Agere, una escisión del negocio participada mayoritariamente por la anterior. Todo se torció en 2001. La dirección dijo que se vendía o se cerraba. No importaba que entonces se contase con un millar de empleados de alta cualificación o la calidad de la maquinaria instalada.
El motivo fue la caída de los encargos de chips: para llegar a los pedidos solo necesitaban una cuarta parte de su músculo productivo. El curso anterior se había facturado 30.000 millones de pesetas, de los que una décima parte fueron beneficios limpios. Ese curso se dieron pérdidas. La competencia del mercado asiático… » ver todo el comentario