En este preciso momento en que me siento a escribir vienen a mi memoria varias películas en las que se destruye todo un planeta hasta reducirlo a pequeños pedruscos, por no decir a pura fosfatina. En la primera secuela de El planeta de los simios es nuestro planeta el que es destruido por una poderosa bomba. También en la agradable y animada Titán A.E. es la Tierra la que sufre un destino similar a manos de una raza alienígena.
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