En 1917 un granjero fue al doctor de un pequeño pueblo de Kansas, tras tiempo sin erección: "Es como una llanta pinchada. Fuí a muchos médicos y gasté mucho dinero, ninguno me hizo bien". "Tuve muchos casos como tú", respondió. "Usé sueros, medicinas y electricidad para hombres sexualmente débiles. No creo que beneficiase a ninguno". Por la ventana vio unas cabras y dijo: "No tendrías ese problema si fueras un macho cabrío". "¿Si tuviera testículos de macho cabrío? ¡Póngamelos!". "Podría matarte", advirtió. "Vale la pena el riesgo", respondió.
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