Los recuerdos positivos resisten mejor el paso del tiempo y participan intensamente en la construcción de la personalidad ya que nos apoyamos en ellos para tejer nuestra identidad, y para definir la coherencia de lo que elegimos y a lo que aspiramos. Por el contrario, las decepciones o el impacto emocional de los acontecimientos traumáticos, más intenso siempre en las mujeres, fragmentan la memoria emocional produciendo cambios en el cerebro. De hecho, los traumas rompen las redes de memoria, al podar ramificaciones de las neuronas.
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