Los jóvenes llegaban del campo para hacer fortuna y perseguir su placer. Entre estos jóvenes llegados se encontraba Ben Browne, que creció en Westmorland y, como muchos veinteañeros modernos, se trasladó a la gran ciudad en busca de trabajo. Browne, que comenzó su formación como asistente jurídico, escribió una serie de cartas a su padre, que constituyen un tesoro de información sobre la vida en Londres y las emociones perdurables de la juventud. De las cartas, 65 sobrevivieron y fueron encuadernadas en el siglo XIX.
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