Su primera exposición se produjo en Viena, en 1970. Sorprendió entonces con unas pequeñas esculturas que le harían famoso en todo el mundo: los Adaptables (Passtöcke), unas piezas destinadas a que el visitante se las colocara sobre su propio cuerpo a modo de prótesis con las que disimular las taras. Aquella propuesta se movía entre el surrealismo daliniano y el mundo de los sueños freudianos, con apuntes que señalaban al origen de la histeria y de las neurosis.
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