“La moral ha abandonado los discursos, pero no los comportamientos”, señalaba, valorando a aquellas personas que aún actúan teniendo en cuenta a los demás, sabedoras de que satisfacer únicamente los propios intereses no conduce a la felicidad. Se trata de personas que “no piensan que todos los valores son de naturaleza económica y dan más valor a las relaciones humanas que a la acumulación de bienes muebles e inmuebles”.
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