En el Londres victoriano podías dormir colgado sobre una cuerda enganchada entre dos pareces por la mitad de precio: dos peniques. Esta modalidad era la predilecta de marineros, borrachos y otras gentes de mal vivir, que se gastaban sus últimos peniques en dormir la mona de esta guisa. De ahí viene la palabra “hangover” (resaca) y la frase “sleep tight, don’t let the bed bugs bite” (“duerme estirado [la cuerda], no dejes que te piquen las chinches”).
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