Ahora que tanto se habla del negativísimo impacto que para la economía española tendrá la caída en picado del PIB catalán, que ya se observa desde hace un mes, y que más pronto que tarde alcanzará un punto más alto por el interminable éxodo empresarial (Casi 1.200 empresas han trasladado su sede fuera de Cataluña en octubre), es recomendable moderar tonos y expresiones.
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