La Iglesia los pone a salvo. Pese a que acceden al sistema público educativo elegidos a dedo por un obispo y se pagan con dinero público. Dejan de contratar interinos de Ciencias y Matemáticas mientras el profesorado de religión se mantiene en condiciones envidiables. Los alumnos de atención educativa son claramente discriminados con respecto a los de religión. Y pese a todo, recortan en otras asignaturas, en sanidad o investigación antes que tocar al profesorado de religión que algunos piden que sea pagado con dinero de la Iglesia.
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