Si bien la ralentización inicial se debió en gran medida a una menor dinámica la reciente desaceleración de la actividad económica se puede atribuir más bien a la ralentización de la demanda interna, en particular la inversión, ya que la incertidumbre relacionada con la orientación política del gobierno y el aumento de los costes de financiación. En términos anuales, el PIB real creció un 1% en 2018, ayudado por un considerable efecto de arrastre de los anteriores años.
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