Lo que sigue no son más que ideas sueltas que he intentado ordenar lo mejor que he podido pero, en cuanto que ideas casi improvisadas, están sujetas a matiz, cambio e incluso repudio por mi parte. Me interesa el debate (civilizado si es posible) que pueda generar más que sentar cátedra sobre nada.
Hablemos de porno voluntario, que si no es violación.
Admitiendo que cada uno trabaja en lo que quiere y/o puede, la verdad es que existe cierto porno voluntario, generalmente heterosexual (aunque no sólo), en el que parte de la gracia no es sólo el sexo que se practica, sino en mostrar lo bajo que ha caído la actriz para llegar a practicarlo. En el que la primera escena empieza como un cásting voluntario, ella vestida, cámara a la cara y el director fuera de plano, y se nos pone en el punto de vista del director que le hace preguntas previas a la escena. Preguntas personales que se contestan voluntariamente: a qué aspira profesionalmente, su relación con los padres (por alguna razón «daddy issues» es un reclamo para los espectadores)... El siguiente aliciente es su cara de sorpresa cuando se da cuenta de que la escena, aunque voluntaria, era más dura de lo que se imaginaba. Las hostias, el sacarla del «papel» para recordarle lo puta que es, que qué pensaría su padre si la viese, volver a meter eso en el papel, traspasar sus límites, ¿dijiste que sólo con condón? No te preocupes, no se correrá dentro, además está sano (guiño)… No hablo de una película en concreto, hablo de todo un género.
El clímax no es sólo el director corriéndose en su cara, es el director corriéndose en la cara de una persona doblegada, quizás rota. La cámara se regodea en los chorretones de sombra de ojos y en su carmín untado en la cara, pero también en su expresión, en su faltarle aire, en su cuasisollozo. Se le recuerda a la actriz cuánta gente la verá con semen en la cara, con mención de pasada a sus compañeros de trabajo, de parroquia, sus futuros empleadores, familiares, cualquier otra información que haya dado en la presentación. Es parte de la gracia, su vida es una mierda y se deja hacer todo eso para nosotros, somos poderosos. A veces hay una escena extra de la actriz ya duchada, con media sonrisa, declarando lo bien que lo ha pasado, y a lo mejor es verdad; pero a lo mejor es sólo que acaba de cobrar y el sapo ha sido más fácil de tragar.
Que ya, que no todo el porno es así. Pero a veces uno se pregunta si el porno que no es así es porque normalmente todo eso no se explicita. Si el porno descrito más arriba no será más que metaporno, porno sobre lo que sucede en el porno, a veces sólo en la cabeza de los implicados o simplemente de forma tácita porque hay un contrato y un sueldo, y te tienes que callar.
Que ya, que un programador vende su cabeza y sus dedos y una actriz vende su coño. Que también es humillante tener que aceptar unas condiciones laborales de mierda. Pero pongámonos «meta». Imaginaos que no sólo tenéis que soportar que una cárnica os exprima, imaginaos que alguien paga para ver cómo os exprime la cárnica. Qué morbo, al padefo le acaban de hacer el enésimo contrato de prueba; qué morbo, al padefo le han denegado el día de descanso por muerte de un familiar. Qué morbo, al obrero le han enseñado un billete de 100 euros para que se suba al andamio sin arnés ni casco. Voluntariamente, por supuesto (guiño). Imaginaos que no sólo existe la industria que humilla al currito, sino también la industria de la humillación del currito.
En todos los trabajos hay explotación, en el porno (en cierto porno) la explotación es el trabajo.
Siempre he pensado que cualquiera debería poder hacer porno si quisiera y vivir su sexualidad como buenamente pueda mientras sea mínimamente safe, sane and consensual, pero con el tema este que se acaba de poner de moda me he dado un garbeo por «esa parte de internet» y la verdad es que asusta un poco darse cuenta de lo difusos que son los límites del safe y, especialmente, del sane y del consensual. Y la verdad es que no sé si he cambiado de opinión, pero lo que sí es seguro es que es una oportunidad magnífica para hablar sobre ello sin tabúes. Sigo pensando que el porno, de por sí, no es malo, pero quizás estamos más lejos de «un porno mejor» de lo que pensábamos.
Saldrán como hongos artículos, columnas y documentales sobre la vida de las actrices (y actores, por supuesto, no los he mencionado por no caer en duplicidades y duplicidados, ni en declinacionxs rarxs, y supongo que ellas les superan en número). Supongo que eso es bueno, pero ¿queréis un documental bueno de verdad? Pasaos por eFukt. Leed las descripciones de los vídeos. Abrid unos cuantos. Disfrutadlos.