En la mañana del 25 de febrero , un variopinto grupo de policías rusos especializados se encontraron asfixiados por el hedor acre del azufre y el olor metálico y empalagoso de la muerte. Dicen que no son las imágenes ni los sonidos, sino el olor lo que primero traumatiza a quienes se lanzan a la guerra. Los oficiales lo sabían conceptualmente, pero ahora que la fragancia nociva del conflicto humano flotaba sobre ellos, la realidad de la guerra se volvió inconfundible. Desafortunadamente para los desafortunados representantes de la ley,...