Nos tomamos unas cervezas con un capitán destinado en una unidad de la legión. Marcaba la distancia con los legionarios que tenía a su mando y no ocultaba su desprecio: él era un militar de academia, mientras que ellos apenas eran "una manada de borregos útiles que solo sirven como carne de cañón", nos decía. "En caso de guerra los mandas por delante, así que cuanto menos piensen, mejor".
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