Efectivamente, aúlla. Como los lobos de los documentales. Con la misma inclinación de cabeza, el mismo sonido profundo e inquietante y una solemnidad asombrosa. Pasados los sobresaltos iniciales, fue fácil concluir que cada ronda de aullidos era una respuesta a las sirenas de bomberos, policía y ambulancias que pasaban cerca de casa, señales de emergencia que (como los aullidos) no acostumbran a respetar las horas de descanso de los humanos.
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