Esta semana, por fin los socialistas han conseguido arrancarle al presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, la promesa de que se abordará una reforma constitucional. Mientras Ciudadanos, PSOE o Podemos ya llevaban las modificaciones en sus programas electorales, el PP se resistía. Sabe que cambiar la Carta Magna exige un debate profundo que, con la amenaza del soberanismo, prefería no abrir. Sin embargo, tras el estallido de la crisis catalana ha sido inevitable ceder al necesario debate territorial.
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