En la civilización de los faraones, a quien padecía de gota lo sometían a corrientes eléctricas con anguilas. Las heridas infectadas, por su parte, daban pie a una versión rudimentaria de la penicilina; y, para ciertos cuadros clínicos, se aplicaba pan con moho, ya que los egipcios pudieron conocer la acción bactericida de ese hongo. Otros remedios del Nilo resultaban sencillamente repugnantes.
Un famoso documento médico, fechado entre 1550 y 1500 a. C., durante la XVIII dinastía, aconsejaba emplastos de estiércol para sanar heridas
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